domingo, 2 de octubre de 2011

Gozilla sobre la ciudad de Nueva York

Me decido a escribir porque esta es la segunda onza de chocolate que me como, y como no encuentre otra distracción voy a engordar, y eso sería demasiado. Aunque las cosas no me van muy bien, resisto, p

ero si engordo (ay señor, ¡si engordo!) Guillermo me dejará, seré más gorda que mis amigas y me sentiré todavía más gigante que ahora, cuando llego a la discoteca, hay un espejo, miro y me parece que soy Gozilla sobre la ciudad de Nueva York. La verdad es que soy muy grande y me gustaría ser un palo de escoba. A todas las chicas nos pasa esto, lo tenemos todo menos un culo prieto y es como si no tuviéramos nada. El resto de tus méritos no son ni de lejos tan importantes como estar buena. Esto les pasa a las presidentas del gobierno, a Marie Curie, a Juana de Arco y a todas: al llegar a casa de descubrir la radioactividad o declarar la guerra se sienten gordas y feas. Es una pena, y a mí también me pasa.

4 comentarios:

  1. Vente p'acá, Pil, ya verás qué pronto se nos queda el culo prieto de tanta montaña :D

    ResponderEliminar
  2. A mí me sigue pasando y no me reflejo en los espejos, no porque sea un vampiro, sino porque los evito.

    mile de petoni

    la tua tieta

    ResponderEliminar