Una vez
me di cuenta de que vivía en Matrix (post anterior) comprobé que consideraba ciertos asuntos
con verdadera desproporción y que eso me sumía en una tremenda angustia. Estos
son:
La
importancia desmedida de la vida social
En
nuestra sociedad hay que tener muchos amigos, no porque te aporten muchas cosas
interesantes sino porque a más amigos más validez personal tienes. Es decir,
tener muchos amigos te asegura ante tus propios ojos y ante los de los demás
que eres un tío guay. También está el miedo a la soledad, que por cierto,
también considero desproporcionado: es lógico tener miedo a acabar solo pero
pasar un sábado solo no es terrible, es agradable e invito a todos a que
aprendan a hacerlo. Perder amigos no es
una posibilidad tan desastrosa, hay mucha gente tóxica o vacía que no nos
aporta nada, más bien nos carga de angustias. No gustar a todo el mundo, tener
algún enemigo, es inevitable. Siempre habrá gente con la que encajemos, aparecerán
personas, nunca estaremos solos, es casi imposible no tener amigos, los demás
son como nosotros, buscan amor como se busca el agua, no te rechazarán, te
están buscando. La vida social no lo vale todo, a veces impide que busquemos a
los verdaderos amigos, con los que podemos hablar de lo que nos gusta, nos
entienden, respetan, admiran, nos hacen reír y pasarlo bomba.
Esto es
algo un poco adolescente y parece que muchos lo tenemos superado, pero el miedo
a la soledad lo sentimos todos y muchas veces hacemos lo imposible para no
estarlo: mantener parejas o amistades que no nos convienen. Se puede cambiar.
La
envidia que nos provocan los demás
La
envidia que nos provocan los demás y que nos hace sentir fracasados después de
las comparaciones desaparecería si supiéramos que todos tenemos nuestras luces
y sombras y que igual que la tele y las vallas publicitarias nos venden mundos
perfectos, las redes sociales y las mismas personas lo hacen también, aún sin
quererlo, con la idea de terminar creyéndoselo. Nosotros, seguramente, también
lo hacemos y provocamos la envidia a su vez de otras personas. Probablemente esa persona de la que envidias
su trabajo envidia el tuyo o cualquier otra cosa que tú tienes y ella no porque
así somos las personas que nos tenemos siempre en menos. La realidad siempre es
mejor de lo que imaginamos, hay mucha gente que nos adora, nos observa desde
lejos, le parecemos curiosos o nos ama en secreto, o simplemente no ha reparado
en aquel error garrafal que cometiste porque ya está pendiente de sus propios
complejos.
La
importancia desmedida de la belleza
Creo
que es importante ser atractivo, es una verdad objetiva y la vida será mucho
más agradable y sencilla si te gustas físicamente y gustas a los demás, pero
puedes tener la nariz grande, el culo gordo y el pelo encrespado y ser guapo,
atractivo y seductor. No tienes por qué encajar en el modelo de belleza, ese es
nuestro canon y si no entramos él, el mundo al suelo. Las personas guapas, que emocionan
y enganchan se diferencian de las que no porque saben llevar su cuerpo, simplemente.
La
importancia desmedida de no dejar pasar las oportunidades
Vivimos
con el alma en un hilo pensando si nuestras decisiones serán o no las
correctas, esperando el kairós (el momento oportuno) y bien atentos no vaya a
ser que perdamos la oportunidad de nuestra vida. La verdad es que oportunidades
hay como longanizas, el ‘si algo tiene que pasar pasará’ es una verdad 100%
constatable. Si eres bueno en algo y se te escapa una oferta de trabajo te
llegará otra, si esa mujer te ama no te la arrebatarán, si le interesas se hará
contigo y si lo terminas perdiendo todo vendrán otras cosas y harás otro camino
igual o más satisfactorio.
La
prisa como enemigo
También
vivimos con prisa por llegar a vete tú a saber a dónde. El carpe diem se ha
malentendido en estos tiempos, parece que se te escape el momento, que todo
tenga que ser ya y ahora, tanto plazo y tanta tontería no nos deja hacer las
cosas bien. Así que hay que sacarse la carrera en seguida, encontrar novio
enseguida, triunfar enseguida. Nos desesperamos porque tenemos prisa, parece
que si no llegamos pronto al ‘éxito’ otro nos lo quitará. La educación, el estudio,
el trabajo, la realización personal son cosas que llevan su tiempo y que nos
vemos forzados a apresurar, por desgracia.
Las
relaciones
El amor
es uno de los temas sobre los que todavía no he sido del todo iluminada. Lo que
tengo claro es que el amor debe hacernos felices, por una parte. Por otra
parte, que todo amor es sustituible por otro. Y, finalmente, que se puede vivir
sin pareja.
Y,
sobre todo, que el amor se puede convertir en algo muy negativo cuando nos
anclamos a él como única vía de escape. El amor debe ir bien, debe hacernos las
personas más felices de este mundo, pero no podemos cargarlo con la
responsabilidad de ser nuestro único motivo de alegría. Todos hemos terminado descuidando partes de
nuestra vida en beneficio del amor, léase amigos, cultivo personal,
independencia, familia, propia dignidad, etc. Finalmente hemos soportado una
relación nociva pensando que era lo único que nos podía hacer felices, ya que
las otras partes estaban descuidadas.
La
excesiva importancia del dinero
El
dinero te da libertad, es cierto. El dinero te permite tener una casa y
pagarla. La gente le da mucha importancia al dinero porque si no lo tuviera se
quedaría en la calle o tendría que renunciar a muchos privilegios. Es
importante ganar dinero, pero no a cualquier precio. Si todavía no te has
metido en un berenjenal no lo hagas, escoge un ritmo de vida que te puedas
permitir ganando poco. No tomes decisiones pensando en dinero, haz aquello que
te haga más feliz siempre que haya alguna posibilidad de hacerlo. No
sacrifiques tu felicidad por mantener tu estilo de vida, hay salidas, hay
soluciones, hay maneras de vivir alternativas. Si ya estás en el berenjenal no
te preocupes, que el dinero no sea un motivo de ansiedad para ti, si todo fuera
mal siempre hay salidas, la gente sale de estas cosas gracias a su familia y
amigos.
No pretendo ser una leyera, son reflexiones que he hecho y que me han ayudado a ser más feliz, por eso quiero compartirlas.
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