jueves, 6 de septiembre de 2012

Septiembre y nosotros

Nunca he llevado uniforme, pero septiembre me hace pensar en faldas de cuadros, así como las gaitas.
Después de un verano estupendo se acerca un año prometedor. En algún lugar del río florecen los nogales (si es que los nogales florecen) y las muchachas extienden bronceadas sus gastados libros, tipo Mujercitas sobre la hierba fresca. Todos los amigos vuelven en tropel de vacaciones y contamos nuestras anécdotas: una cabaña en los Alpes, un velero por el Mediterráneo llevando sombreros de paja, pandillas mixtas y tercios de cerveza.  El anuncio de Amstel ha hecho mucho daño a la estética española: turistas y oriundos se pasean por la malvarrosa con sombreros y faldas de flores que no sé yo desde cuándo vamos la gente mediterránea normal así. Y tú, que eres de aquí de toda la vida, te sientes un pringado si no has pasado el verano en Formentera, o peor, ¡crees que eres uno de ellos! y empiezas a lucir abdominales (que no tienes) y a llevarte tercios a la playa, y ni siquiera lo disfrutas porque no lo haces porque lo disfrutes sino porque quieres imaginar que haces lo que mola.

La realidad es muy distinta. Septiembre es un mes horrible para nuestra Lost Generation. Acostumbrados a empezar cursos con ilusión, o prepararnos para el trabajo, vemos que el tiempo pasa y las perspectivas son las mismas: un año más en casa de nuestros padres, días que se hacen eternos, estudios de relleno, másteres que jamás hubiéramos hecho, idiomas que nunca hubiéramos estudiado, trabajos en negro que no nos dan ni para el paquete de tabaco y, como medida desesperada, migraciones.

Eso se ve, vas por la calle y sabes quién tiene tu edad, las caras amarillas, la figura desgarbada, han perdido el brillo del pelo. Nosotros que nos podríamos haber casado y haber tenido coche, tú que sacabas tan buenas notas y yo que era tan guapa y pizpereta y míranos, igualados por la realidad de la vida, desfaenados, maleantes, trágicos, detenidos en el tiempo como no muertos, fantasmas que se quedaron donde murieron y todavía no han entrado en la luz. ¡Dolor!

Es horrible pero sé una cosa, las situaciones difíciles engendran héroes. La vida del héroe es así, todo el mundo lo sabe: nace en su entorno natural, luego se va, sufre, es pobre, recibe la llamada, mata algún monstruo, se empiezan a oler los demás que es un héroe y finalmente sí, lo era, y se corona rey o es un dios o depende del mito/leyenda. Pues esta cosa os digo, me da en la nariz que esto no es que caigamos en picado, esta es la dolorosa y lenta gestación la generación que cambiará el mundo, un comunidad de héroes de todo tipo. Quizá en nuestras manos esté el cambio de era, o a lo mejor solo nos convertiremos en gente mejor, más lista y más sabia y haremos un cambio en lo individual, en lo privado, pero recordadlo todos que yo he dicho esto: de esta crisálida solo puede salir una mariposa.


2 comentarios:

  1. Cuánta verdad y qué bien dicha. ¿El que sacas buenas notas soy yo? Jiji

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  2. No, yo reúno todas esas cualidades, me he desdoblado para acelerar la narración :D

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