jueves, 22 de marzo de 2012

Si algo es difícil no lo hagas



No tengo el honor de conocer el secreto de la felicidad (desde luego, no se encuentra en los lunes) pero sí sé que cuanto más se complica todo más difícil es disfrutar de las cosas importantes. Digamos que para vivir tal y como queremos deberíamos deshacernos de todo lo que nos molesta y enreda nuestra vida (a no ser que nos guste, claro está) con el propósito de a) tener una vida más sencilla que no nos de tantos dolores de cabeza
b) ganar tiempo para disfrutar de las cosas que nos gustan dejando de hacer las que no nos gustan.
 Pondré un ejemplo, es posible que te encante la moda, que lo pases pipa comprando y combinado, que te tengas mil prendas de ropa, que siempre vayas perfecto y eso te alegre el día. Enhorabuena, te felicito, sigue disfrutando de ella. Pero es posible te encante ir guapo pero cada temporada cambien los escaparates y te veas obligado a comprar cosas nuevas que acaben en tu armario acumuladas a lo largo de los años sin que hayas disfrutado más que de unas cuatro prendas que acabas repitiendo hasta que se te rompen (entrepierna de los vaqueros, bajos de la camiseta, sabéis a qué me refiero) En ese caso mi consejo es que tires toda la ropa excepto cuatro o cinco cosas con las que te sientes a gusto y te quedan bien: dos pares de pendientes, una pulsera y tres pares de zapatos, o lo que sea que más te guste. Quizá te sientas aburrido ropísticamente hablando, pero creéme, irás divina, tendrás tu estilo, te quedará bien la ropa, y no perderás ni un solo minuto preguntándote qué te vas a poner para luego estar arrepentido todo el día.
El resto de cosas funcionan de la misma manera. Contando con que hay ciertas ‘complicaciones’ que nos apasionan, a las que no debemos renunciar (no voy a dejar de pensar en por qué yo me siento yo por mucho que me complique la vida porque al final pensar me hace feliz y me llena) también hay otras que podemos eliminar: trastos, amistades que no nos llenan, suscripciones a revistas, eventos, compromisos, etc. Nos sentimos tremendamente culpables pensando que hay que tener una nutridísima vida social, sintiendo apego por los objetos y no nos podemos deshacer de ellos por muy engorrosos que terminen siendo. Pensamos que tarde o temprano leeremos esa revista, que debemos de hacer esto o lo otro aunque no nos apetezca porque en la vida hay que probar cosas, por no defraudar amigos, por si perdemos un trabajo que no nos gusta en absoluto. ¿Pero qué nos hace felices realmente?
Puede nos basten un par de amigos, como las camisetas (o quizá no, repito, cada uno es libre, ¿amas la vida social? a delante, queda) a los que no vamos a perder porque no nos apetezca salir un sábado, en vez de hordas de conocidos en cuyo hombro jamás osaríamos llorar. O nos baste esta pareja, ¿realmente queremos fumar en las buhardillas de París mientras pasan por nuestra cama miles de amantes o nos daría una ansiedad tremenda estar con otra persona y una horrible tristeza perder a nuestra verdadera, simple y llana alma gemela que no se parece en nada a lo que sale en las pelis pero es que no existe lo que sale en las pelis, ni el chico diez ni la apasionante vida como femme fatale. El caso es obligarse a pensar: qué es lo que queremos y si lo queremos porque la sociedad/ el cine/ mi familia/ los propios dogmas/ mercado quieren que lo queramos o nos hacen felices de verdad.
 Una vez descubierto lo que necesitamos deshagámonos de todo lo demás porque termina siendo un muerto, una complicación, cosas que no queremos hacer y  tener en realidad. Cuando hacemos este ejercicio nuestro punto de vista cambia por completo: una casa grande no te hace tan feliz, con coche llegas antes a los sitios pero en metro puedes leer todo el trayecto, puedes hacer vida con pocos amigos, puedes ser sincera, nadie te va a abandonar por ello. Hay tantos modelos de vida que vemos en las series y a nuestro alrededor que por una parte son un motor para esforzarnos, una idea que perseguir, pero por otra nos crean vacío y frustración porque no son nuestras propias decisiones.
Este es mi consejo: que te libres de todo lo que no quieres tener en realidad, que si algo es difícil no lo hagas, toma siempre la opción más sencilla a no ser que sepas que la compleja te va a hacer más feliz: si cocinar te resulta terriblemente fastidioso no cocines; si no puedes aprobar la carrera de medicina haz otra que se te de mejor; si estás metido en una relación que solo te da problemas rómpela; si la vida que quieres llevar se te hace un mundo elige otra, hay miles de opciones. Recuerda elegir poco y elegir bien.

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