No tengo el honor de conocer el secreto de la
felicidad (desde luego, no se encuentra en los lunes) pero sí sé que cuanto más
se complica todo más difícil es disfrutar de las cosas importantes. Digamos que
para vivir tal y como queremos deberíamos deshacernos de todo lo que nos
molesta y enreda nuestra vida (a no ser que nos guste, claro está) con el
propósito de a) tener una vida más sencilla que no nos de tantos dolores de
cabeza
b) ganar tiempo para disfrutar de las cosas
que nos gustan dejando de hacer las que no nos gustan.
Pondré
un ejemplo, es posible que te encante la moda, que lo pases pipa comprando y
combinado, que te tengas mil prendas de ropa, que siempre vayas perfecto y eso
te alegre el día. Enhorabuena, te felicito, sigue disfrutando de ella. Pero es
posible te encante ir guapo pero cada temporada cambien los escaparates y te
veas obligado a comprar cosas nuevas que acaben en tu armario acumuladas a lo
largo de los años sin que hayas disfrutado más que de unas cuatro prendas que
acabas repitiendo hasta que se te rompen (entrepierna de los vaqueros, bajos de
la camiseta, sabéis a qué me refiero) En ese caso mi consejo es que tires toda
la ropa excepto cuatro o cinco cosas con las que te sientes a gusto y te quedan
bien: dos pares de pendientes, una pulsera y tres pares de zapatos, o lo que
sea que más te guste. Quizá te sientas aburrido ropísticamente hablando, pero
creéme, irás divina, tendrás tu estilo, te quedará bien la ropa, y no perderás
ni un solo minuto preguntándote qué te vas a poner para luego estar arrepentido
todo el día.
El resto de cosas funcionan de la misma
manera. Contando con que hay ciertas ‘complicaciones’ que nos apasionan, a las
que no debemos renunciar (no voy a dejar de pensar en por qué yo me siento yo por
mucho que me complique la vida porque al final pensar me hace feliz y me llena)
también hay otras que podemos eliminar: trastos, amistades que no nos llenan,
suscripciones a revistas, eventos, compromisos, etc. Nos sentimos tremendamente
culpables pensando que hay que tener una nutridísima vida social, sintiendo
apego por los objetos y no nos podemos deshacer de ellos por muy engorrosos que
terminen siendo. Pensamos que tarde o temprano leeremos esa revista, que debemos
de hacer esto o lo otro aunque no nos apetezca porque en la vida hay que probar
cosas, por no defraudar amigos, por si perdemos un trabajo que no nos gusta en
absoluto. ¿Pero qué nos hace felices realmente?
Puede nos basten un par de amigos, como las
camisetas (o quizá no, repito, cada uno es libre, ¿amas la vida social? a delante,
queda) a los que no vamos a perder porque no nos apetezca salir un sábado, en
vez de hordas de conocidos en cuyo hombro jamás osaríamos llorar. O nos baste
esta pareja, ¿realmente queremos fumar en las buhardillas de París mientras pasan
por nuestra cama miles de amantes o nos daría una ansiedad tremenda estar con
otra persona y una horrible tristeza perder a nuestra verdadera, simple y llana
alma gemela que no se parece en nada a lo que sale en las pelis pero es que no
existe lo que sale en las pelis, ni el chico diez ni la apasionante vida como
femme fatale. El caso es obligarse a pensar: qué es lo que queremos y si lo
queremos porque la sociedad/ el cine/ mi familia/ los propios dogmas/ mercado quieren
que lo queramos o nos hacen felices de verdad.
Una
vez descubierto lo que necesitamos deshagámonos de todo lo demás porque termina
siendo un muerto, una complicación, cosas que no queremos hacer y tener en realidad. Cuando hacemos este
ejercicio nuestro punto de vista cambia por completo: una casa grande no te
hace tan feliz, con coche llegas antes a los sitios pero en metro puedes leer
todo el trayecto, puedes hacer vida con pocos amigos, puedes ser sincera, nadie
te va a abandonar por ello. Hay tantos modelos de vida que vemos en las series
y a nuestro alrededor que por una parte son un motor para esforzarnos, una idea
que perseguir, pero por otra nos crean vacío y frustración porque no son
nuestras propias decisiones.
Este es mi consejo: que te libres de todo lo
que no quieres tener en realidad, que si algo es difícil no lo hagas, toma
siempre la opción más sencilla a no ser que sepas que la compleja te va a hacer
más feliz: si cocinar te resulta terriblemente fastidioso no cocines; si no
puedes aprobar la carrera de medicina haz otra que se te de mejor; si estás
metido en una relación que solo te da problemas rómpela; si la vida que quieres
llevar se te hace un mundo elige otra, hay miles de opciones. Recuerda elegir
poco y elegir bien.
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