miércoles, 14 de marzo de 2012

Que tu gimnasio sea la playa

Mi relación con el deporte, como buena protagonista de novela chick lit, ha sido de siempre tormentosa. Siempre ha sido para mi uno orgullo renunciar al cuidado de mi cuerpo en pro del ejercicio de mi mente, y solo en casos de desesperación como alguna boda o alguna cita he intentado hacer un régimen exprés y un par de abdominales con el único objetivo de estar cañón. Ignorante de mí, he considerado guay el tener michelines, el ser buena comedora y el beber cerveza a espuertas. Error.

En mi camino hacia la simplicidad de la vida he visto que una de las claves es vivir a través del cuerpo y no de la mente en la medida de lo posible. El cuerpo es mucho más poderoso de lo que pensamos y muchas veces es la mente la que lo viene siguiendo y no al revés. Lo que creemos pensamiento, la conciencia, la decisión, en muchos casos en una respuesta a las exigencias de nuestro cuerpo físico, él toma las decisiones mucho antes de que nuestro pensamiento las procese y las crea como suyas. También, la situación del cuerpo, el ambiente en el que se encuentre, la comodidad, puede determinar la naturaleza de nuestro pensamiento y emociones. Una cosa tan sencilla como poner en forma el cuerpo, matenerlo ágil y sano puede llenar algo del pequeño vacío de nuestra vida.

Estas fallas me he tomado unas vacaciones en casa junto con mi muchacho. Los dos estamos interesados en el tema del ejercicio, él porque quiere estar cañón, y yo porque cada día me siento mejor desde que muevo el esqueleto. Hemos dado largos paseos por la huerta de Valencia (que es mi ciudad), y seguro que en todas las ciudades hay algún tipo de entorno natural por el que caminar. También es buena idea gastar horas paseando por el centro, siempre se descubren lugares/personas/establecimientos que valen la pena, es una manera de salir al mundo y contactar por fin con el entorno.


Para los que sois como yo y no os merece la pena pagar por un gimnasio (porque vuestra ficha amarillea en sus armarios) o no os merece pagar por nada (porque sois de la Lost Generation y más pobres que una rata), hete aquí la solución: el mundo que nos envuelve y nos rodea. Salir a andar o a correr por la playa, por el parque, no solo te mantiene en forma, también es barato, divertido, relajante, te ayuda a desconectar y te devuelve a un poco a lo que es el medio natural, para los que estéis cansados de tanto adoquín y tanto asfalto.  Este es mi consejo, simplifica tu vida, haz del mundo tu gimnasio y este verano podrás lucir unas pienas firmes y bronceadas en las terrazas del barrio. ¡Suerte!

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