Esto es
una de las cosas que más quebraderos de cabeza me provoca (junto a cómo perder
los quilos de más antes de que llegue julio) La tesis de este post va a ser: si
veces has pensado que eres vago, poco trabajador, mediocre o incluso corto,
seguramente te equivocabas.
Mi teoría sobre el trabajo forma parte de mi
filosofía de vida y se respira en todo lo que escribo, pero siempre he pasado
de puntillas sobre el tema, nunca me he parado a desarrollar la historia. Lo
voy a hacer.
Pongamos
que tú eres de una manera. Ni creo en la esencia de las cosas, ni entiendo de psicología
y mucho menos de genética, pero lo que
está claro es que naces de una manera, y aunque vayas cambiando tienes tus
talentos, tus pasiones, tus habilidades, etc. No sé si esto es innato o se va
adquiriendo pero lo tenemos: el que sabe dibujar, el que es gracioso, el que se
mueve bien, esto lo tienen algunas personas, no sé por qué ni me meto pero lo
tienen.
Entonces
un buen día te incorporas a la sociedad y empiezas a pensar cosas absurdas como
que quieres ser abogado o economista (no digo que no haya abogados
ni economistas talentosos, ¡los hay!) O peor, a querer ser rico, y en
consecuencia habrás de ser notario. Probablemente olvides cuáles eran tus
talentos entre tanto esfuerzo por saberte la lección de historia o resolver los
ejercicios de matemáticas. Para mí es muy importante saber historia y
matemáticas y reniego de la gente que no le presta atención a estas lecciones, pero
es que parece que eso sea lo único que uno puede hacer para expresar que es
bueno. Desde pequeños nos enseñan un modelo y nos realizamos intelectualmente
cuando lo cumplimos. Si nos hemos aprendido esas lecciones podemos dormir
tranquilos, somos inteligentes.
Aprendemos
a vivir a este estilo, algunos nos hacemos verdaderos expertos. Aunque estudiemos carreras que no nos gustan
las superamos para realizarnos, o no las superamos jamás, o jamás hicimos
carreras porque descubrimos demasiado pronto que no podíamos cumplir con las
expectativas establecidas y modélicas.
Luego
salimos al mundo laboral, se nos ofrecen unos trabajos con unos perfiles. Nos
morimos por encajar en ellos. Superar un proceso de selección es despuntar en
el Olimpo de los intelectuales. Hacer bien nuestro trabajo, cumplir con lo que
se espera, es lo máximo a lo que podemos aspirar. En caso contrario hemos
fracasado, somos ignorantes e incompetentes y entretanto hemos olvidado cuáles
eran nuestros talentos.
El otro
día oí a un señor decir que Dios nos da a cada uno unas habilidades y que
desarrollarlas es nuestro destino porque es la única manera de aportar algo al
mundo. Yo no creo en Dios pero esto es una gran verdad. Hay una o varias cosas
en la vida que adoras hacer, en lo que eres mucho más bueno que los demás.
Puede que no sepas ni lo que es porque has estado buscando adquirir otras
habilidades o que no puedas desarrollarlas porque no tengas tiempo. El caso es
que cuando te pones a hacerlo (o a pensar ello, estas habilidades pueden ser de
tipo manual, intelectual o vaya usted a saber), consciente o no, eres un
verdadero crack, se te pasan las horas como minutos, no tienes freno, quizá no
te guste el resultado pero es un reto, vuelves a intentarlo hasta que al final
haces algo de lo que estás orgulloso.
Pues
ahora dime por qué vas con cara de rana al trabajo, tienes todo el día la
cabeza en otra parte y te sientes tremendamente culpable porque no has hecho
del todo bien las cosas. Por qué no te apetece ponerte a preparar fichas y
piensas que eres la persona más vaga del mundo, y ves a tus compañeros que lo
hacen tan bien y piensas que no vales para nada. Te echas la culpa a ti mismo,
te crees mediocre y peor y ni siquiera tienes ganas de seguir intentándolo. A
lo mejor tienes ganas de que los demás pienses que eres
buenísimo en eso, o de hacértelo creer a ti mismo y te perfeccionas, pero ese
trabajo no supone un reto para ti como tal. Total, eres un infeliz.
Bueno,
pues esta es mi teoría sobre el trabajo. Todavía sigo en proceso de buscar para
luego perfeccionar mis habilidades, pero os digo una cosa, ya no me siento mal
cuando traduzco latín peor que mis compañeros, cuando algún día no llevo
preparada una clase o todos han alcanzado puestos de importancia de poder a mi
alrededor mientras yo sigo siendo una pringada (no es que esto pase de verdad,
es solo un ejemplo) Ellos no saben bailar como yo, escribir como yo, pensar como yo,
reparar máquinas como yo o tratar a las personas como yo (esto también son
ejemplos) El mundo espera que le des tus posibilidades, si quieres ser alguien ponte a trabajar ¡en lo que te apetece!
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