miércoles, 2 de mayo de 2012

La verdad sobre la maestra




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Que les salgan granos, que sus padres les castiguen, que se queden todos mancos y no puedan hacerse pajas, que les pongan gafas y aparatos, que se emborrachen haciendo botellón y mueran ahogados en su propio vómito.

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Hubo tiempos mejores en que mis rodillas correteaban rosadas y mis ojos se mantenían frescos y abiertos. Un tiempo en que no parecía un mendigo cuando me abría paso entre hordas de alumnas vestidas para montar a caballo, con sus pelos brillantes y sus cuerpos esbeltos, sus coloretes Christian Dior que siempre acaban requisando (¿hubo un tiempo en que no se requisaban coloretes Christian Dior?) y en esto yo, con la bufanda manchada, muslos gigantes, colonia hacendado y el jersey de mi padre. ¡Un tiempo en que no me había caído de rodillas sobre un charco mientras me llovía encima, ¡me tronaba encima! Y no tenía, por ende, las rodillas moradas.

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Después de todo, también pasan de cosas interesantes.  Por ejemplo que la señora que trae el café a la sala de profesores (también llamada, por motivos que desconozco, gobernanta) espere a que se vacíe (la sala, no el café) y salga de la penumbra  mientras yo corrijo exámenes. Que entonces venga y me susurre como si de un agente doble se tratase: ‘ten cuidado, no cuentes nada, que no sepan que eres débil, hay mucha gente mala aquí’, y luego se esconda tras los muebles fingiendo que nada jamás pasó.

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O, añado, que mis compañeras me recomienden un libro llamado de título ‘El matrimonio’ y no vaya, pese a lo que pueda parecer, sobre ningún matrimonio sino sobre el sagrado concepto de matrimonio y se me atragante el café.

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La vida es una fiesta pero hay que madrugar. No pretendo ser graciosa sino conjugar mis ganas de rebosar alegría con tener que levantarme a las 7.00 de la mañana. Por el amor de Dios, ¿quién puede levantarse con ilusión a esas horas de la madrugada?

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Errare humanum est pero tierra trágame cuando me equivoco en clase reiteradamente frente a treinta jueces con traje de niños y luego se chivan a la jefa de estudios de que no tengo ni idea. Saberme odiada por tanta gente de carne blanda y granos purulentos, saberme considerada injusta y monstruosa, ese es el motivo de mi sueldo de 1600 euros/mes.
Pero si alguno de ellos me quisiera de alguna de las maneras, si alguno me admirara, aunque sólo le gustaran mis piernas o mi pelo, ¡sería tan feliz!

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Día en que comprobado desde un banco de iglesia mientras intentaba mantener callados a un rebaño de fieles con faldas de cuadros que siempre hay un grupo en todos los colegios formado  por feos, que inventan bulos sobre sus compañeros y se levantan a comulgar. Y que en todo esto diga el cura algo de buscar el placer por el placer y que luego nos dé una vela a cada uno.

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Este día tiene algo de bueno: es el último lunes que trabajo. Ha tenido de malo que la jefa de estudios me ha reñido por no haber puesto las notas. He agitado mi cabeza como diciendo: no, pero con algo de miedo, resultaba amenazante con esa cara de pastel de ojos azules y nariz chata y ese pelo como de habérselo marcado en la peluquería y no tener ni 30 año, y ese jersey de cuello alto verde y no digo un bonito verde sino verde limón suave y apagado como la piel de un enfermo y una cadena de oro balanceándose entre dicho cuello verde y la bata blanca de dentista asesino. Y yo que le gano en sex appeal he perdido en fuerza y he bajado la cabeza y he dicho lo siento, entonces ha entrado el informático que hay que decir es templao, que Dios me perdone o que lo haga mejor Guillermo pero te digo, Guillermo, si lees algún día esto: no es templao sino que resalta su desenfado entre tanta americana y tanto permanente, tanto mueble de caoba y tanto Cristo muerto por todas partes. Entonces ha entrado él y me ha dicho ella esto: ¡no pasa nada, que todo fuera eso!,  no con una sonrisa pero sin fruncir el morro y he pensado: ¿no estarás, querida mujer del cuello verde, queriendo parecer agradable frente al dios de la tecla (dios porque es templao, de la tecla porque es informático)? Pero resalto lo bueno del día porque soy optimista y óptima: he podido pasarlo pensando en hacer pasteles y vestidos.

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“Pienso en rosa. Creo que reírse es la mejor manera de quemar calorías. Creo en los besos, en besar mucho. Creo en ser fuerte cuando todo parece ir mal. Y creo que las chicas felices son las más bellas. Creo que mañana es otro día y creo en los milagros’’

Audry.

2 comentarios:

  1. Ese aire insoportable de putangana-amazona.

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    1. Putángana es comprensible y natural, ¿pero por qué se visten de amazona con 16 años?

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